6 de marzo de 2015

HAWÁI PARTE II: MAUI



Parece que ha pasado un año desde que volvimos de nuestro viaje. Ha nevado tanto y ha hecho tanto frío por estas tierras del norte del estado de Nueva York, que me da la impresión de haber soñado que una vez estuvimos en el fin de mundo.


La isla de Maui fue nuestra segunda parada en Hawái. Sabíamos que íbamos a visitar una de las islas más turísticas (Oahu es la primera), algo que no nos motivaba mucho, pero era el precio que había que pagar a cambio de disfrutar del océano en calma.

 
Costa de Molokini



A nivel gastronómico Maui ofrece lo que cabe de esperar de un sitio turístico: unos pocos restaurantes exclusivos con precios prohibitivos y demasiados sitios del montón asequibles para el resto de los mortales. 
Para nosotros no fue nada del otro mundo, alguna que otra decepción, como un mahi mahi en tempura que nos tomamos en el restaurante del hotel (que resultó ser algo muy parecido a los palitos de pescado congelados) y alguna sorpresa como la ensalada de papaya verde y gambas del Café O'Lei.

Vamos, no os penséis que me estoy quejando... solo quiero dejar claro que un sitio en el que se puede cultivar todo tipo de frutas y verduras, en el que se puede encontrar pescado fresco con facilidad... no esta aprovechando su potencial. Pero vamos, que en cuanto me empezaba a mosquear, me pedía una piña colada y se me pasaba.

  El primer día pudimos degustar un aperitivo (pupus en hawaiano) que entusiasmó al Dr. Marido: gambas fritas rebozadas en coco rallado. La salsa de chile dulce es clave para conseguir que este plato sea totalmente adictivo.



Al día siguiente fuimos a Waianapanapa, una playa de arena negra muy famosa en Maui. 




Esta playa, a la que describen como a hidden gem (algo así como una joya escondida) se encuentra en un parque natural al final de la Hana Highway, una carretera de montaña con muchas curvas (valga la redundancia) en la que tienes que estar conduciendo a unas 20 millas por hora durante unas dos horas para ver cómo muchísima gente ha decidido darse el mismo palizón de carretera que tú. Es cierto que viendo las fotos ahora, me parece un sitio realmente especial, pero en su momento, después de tanto mareo en el coche lo único que veía era una diminuta cala repleta de gente. Digo diminuta porque soy de Cádiz, más concretamente de la playa de El Palmar y a parte de ser exagerada, estoy acostumbrada a las playas tamaño XXL. 


Volviendo por la misma carretera de montaña hicimos una parada  en la hippie-heladería más famosa de Maui: Coconut Glen's



Glen elabora sus helados 100% veganos con cocos ecológicos de cultivo propio. La verdad es que quedamos sorprendidos con la textura del helado y los diferentes sabores... normal que sean famosos en la isla.

Yo probé el helado de coco (con trozos de coco tostado y caramelizado) y el de chocolate con chile. El Dr. Marido escogió su clásico de plátano y chocolate. Todos los sabores aunque tienen un ligero aroma a coco, están deliciosos.




Esa misma noche cenamos en el Café O'Lei, el restaurante que más nos gustó en Maui. Siento no tener fotos... ya sabéis, ambiente romántico y cero iluminación. Me pedí un cóctel llamado Pele's Revenge mientras mirábamos la carta: ron aromatizado con coco, puré de fresas, soda y un golpe de chile. Suena raro y lo es. Creo que la próxima vez no seré tan valiente a la hora de pedir un coctel que sea picante.
Como ya os comenté antes la ensalada de papaya y gambas con vinagreta de fruta de la pasión fue una maravilla, así como el mahi mahi y el atún. Todo muy bien presentado y cocinado en su punto.


Al día siguiente fuimos a hacer snorkel a la isla de Molokini en una excursión organizada. Fue una experiencia inolvidable, tanto por el trato por parte de los guías, como por las vistas y los momentos subrealistas, como cuando un grupo de ballenas se acercó hacia nuestra zódiac a curiosear. Estar al lado de un grupo de gigantes marinos haciendo acrobacias ha sido uno de los momentos más intensos de toda mi vida. El invierno es temporada alta en Hawái, pero merece la pena sólo para poder ver las ballenas que se acercan a la costa por estas fechas.


Pez molón en Molokini

 
Había pasado casi una semana y todavía no habíamos probado el shave ice, una especialidad hawaiana. El shave ice es un tipo de helado hecho de hielo pulverizado al que le añaden siropes de sabores. Como no tuvimos la oportunidad (o el sitio en el estómago) de probarlo en Kauai, nos dirigimos directos al mejor de Maui según las opiniones en tripadvisor y la guía del Lonely Planet, el Ululani's Hawaiian Shave Ice. Y qué puedo decir, esta delicia helada no deja indiferente a nadie. Lo primero que llama la atención es el tamaño. Atentos a la foto, porque pedimos el tamaño más pequeño que tenían.


Shave ice de coco, mango y fruta de la pasión tamaño micro

Me sorprendió el cuidado y el tiempo que dedicaban a cada pedido, cómo iban recargando las máquinas con bloques de hielo transparentes como el cristal. Para mi fue una gozada poder ver como cada bola se hace frente al cliente, pulverizando el hielo en ese mismo momento y dando forma cuidadosamente para que quede una textura fina y aireada que permita absorber el sirope por todas partes. Me llamó mucho la atención las opciones para añadir al shave ice: aparte de los siropes elaborados en la misma heladería (en su mayoría de frutas tropicales) puedes pedir una bola de helado de judías azuki para la base o mochi en trozos para poner por encima. Además, al lado del mostrador tienes un bote con polvos de Li Hing, elaborados con ciruelas encurtidas mucho más ácidas que las umeboshi, para espolvorear al gusto encima de tu helado. Esta costumbre de espolvorear dulces, frutas y golosinas con este polvillo ácido y ligeramente salado es típica de Hawái y aunque no suele gustar a todo el mundo a la primera, engancha una barbaridad.

Algo a lo que le dimos muchas vueltas fue el ir o no a un Luau.  La fiesta Luau es una tradición hawaiana (muy turística en la actualidad) en la que se ofrece comida, bebida y espectáculo. Por una parte, es algo típico de Hawái, donde puedes disfrutar de la música y bailes tradicionales acompañados de buffet y barra libre. Por otra parte, o es cutre o es caro (carísimo) o en el peor de los casos, hortera y caro a la vez. La verdad es que nunca lo sabremos, porque decidimos ir a ver un espectáculo más contemporáneo, Ulalena y a cenar a un sitio más asequible en vez de ir al Old Lahaina Luau. Ulalena nos gustó mucho, aunque algunas partes de la historia nos parecieron algo abstractas ya que casi todo se cuenta a través de coreografías y si no conoces en profundidad la historia de Hawái, es normal que te pierdas un poco. Al terminar el espectáculo fuimos a uno de los sitios más populares y asequibles de la zona, el Aloha Mixed Plate. Tomamos el pescado fresco del día, mahi mahi a la plancha acompañado de la guarnición hawaiana de rigor: dos bolas de arroz una bola ensalada de pasta.



Nuestro último desayuno en Maui fue en el Sugar Beach Bake Shop, una pequeña pastelería que me hizo fantasear con abrir mi propio negocio...





Leoda's Kitchen and Pie Shop fue nuestra salvación para el almuerzo del último día: precios asequibles, ambiente relajado y buena comida. Un sandwich de atún fresco sellado, una ensalada y un par de cervezas locales nos ayudaron a despedirnos de la costa de Maui.



Según el Dr. Marido, clavadíta a Leticia Sabater