28 de noviembre de 2013

PATÉ VEGETARIANO DE SETAS Y ALMENDRAS


Hace varios meses, mientras hacía las fotos del Bizcocho de avellanas y chocolate, me dí cuenta de algo: soy amante de la comida fea. 
Con comida fea me refiero a ese tipo de platos que aunque sean deliciosos, carecen de sex-appeal culinario, como por ejemplo, el gazpacho caliente que se hace en Cádiz (prefiero no acordarme, que se me saltan las lágrimas...), los garbanzos con acelgas, las torrijas e incluso la mousse de chocolate. Puede sonar raro que alguien diga que la mousse de chocolate no tiene un buen aspecto, pero pensad solamente en el aspecto que tiene e imaginad que no hubiérais probado el chocolate jamás... ya sabéis a lo que me refiero.


Pues ésta es una de esas recetas que aunque muestre un exterior marrón y poco tentador a primera vista, es toda una explosión de sabor en el paladar.



Este paté es un habitual en casa, ya sea como aperitivo en celebraciones de todo tipo (lo preparo todos los años para Navidad), como base para otros platos e incluso como relleno de bocadillos.

Espero que os animéis a hacer esta receta y no lo olvidéis, la belleza esta en el interior.


Nivel de dificultad: Fácil
Tiempo de preparación: 30 minutos 



Ingredientes

300g de champiñones o setas tipo ostra
1 cebolla
2 dientes de ajo
75g de almendra fileteada
50g de mantequilla
sal
pimienta negra recién molida 


Preparación 

1   Lavar las setas (ya sé que no se deben lavar, pero prefiero asegurarme de que no tienen tierra) y escurrirlas bien. Picar la cebolla (ni muy gruesa ni muy fina) y machacar los ajos.

2   Precalentar el horno a 180ºC (350ºF) y preparar una bandeja de hornear con las almendras fileteadas.

3   Calentar 25g de mantequilla en una sartén grande y añadir la cebolla, los ajos y un poco de sal. Cocinar la cebolla y los ajos a fuego medio durante unos 10 minutos o hasta que estén bien hechos y tengan un color dorado oscuro. Remover de vez en cuando durante este proceso.

4   Hornear las almendras durante unos 10 minutos, vigilando que no se quemen.




5   Mientras se doran los ajos y la cebolla, cortamos las setas en trozos del mismo tamaño. Si usas champiñones, córtalos en láminas gruesas. Añadimos las setas, salpimentamos y subimos un poco el fuego hasta que empiecen a soltar el agua. Bajamos el fuego de nuevo y cocinamos las setas hasta que estén ligeramente caramelizadas, durante unos 10 minutos. Este paso depende del tipo de seta que utilicemos, no deben quedar quemadas ni aguadas.

6   Una vez hayamos retirado la sartén del fuego, esperamos unos minutos y traspasamos el contenido de la sartén a un recipiente para hacer el paté. Añadimos las almendras tostadas (reservaremos unas pocas para decorar), los 25g de mantequilla restantes y con ayuda de una batidora o robot de cocina, trituramos todo hasta conseguir una pasta homogénea. Probamos y rectificamos el punto de sal.

7   Hay que guardar el paté en el frigorífico 1 hora como mínimo. Servir con las almendras reservadas por encima acompañado de un buen pan o tostadas. 


Consejos

  •  Usa el tipo de seta que más te guste. En esta ocasión he utilizado unos portobello hermosísimos, aunque sirven igualmente champiñones blancos, crimini o setas ostra.

  • Si no encuentras almendra fileteada, puedes utilizarla entera, aunque tardará más tiempo en tostarse en el horno y hay que batirla más a la hora de hacer el paté.

  • Puedes hacerlo con antelación y dura hasta 4-5 días en el frigorífico.

  •  Anímate a probar este paté con pan de centeno, verás que buena combinación.


Esta es otra receta de otro libro de cocina vegetariana que no tengo a mano...prometo poner las referencias lo antes posible.

*¡Solucionado! El gran libro de la cocina vegetariana de Sarah Brown.

23 de noviembre de 2013

PASTEL DE CALABAZA



Faltan cinco días para Acción de Gracias. A estas alturas, los supermercados están llenos de gente comprando todo lo necesario para el gran banquete que se celebrará el jueves de la semana que viene. Mientras, me dedico a contemplar la inmensa variedad de calabazas, patatas y cebollas que se pueden encontrar por aquí, las bolsas tamaño XXL de arándanos frescos y demás productos típicos de estas fechas. 





Porque Thanksgiving is a big deal. Acción de Gracias es una de las festividades más importantes de Estados Unidos ya que, al menos en la actualidad, no esta ligada a ningún tema religioso, algo que ayuda a que se celebre a lo largo y ancho de este país.

Sus orígenes están relacionados con las celebraciones del fin de la cosecha (al igual que Halloween) y con un banquete que celebraron los supervivientes del Mayflower allá por el 1621 para dar gracias a la tribu de los Wampanoag por haberlos ayudado a sobrevivir en las frías tierras de Massachusetts. Desgraciadamente esta amistad duró poco más de un año.

Si existe algo típico de Acción de Gracias que no sea el pavo, es el Pumpkin Pie o lo que es lo mismo, el Pastel de Calabaza*.

Tras múltiples búsquedas en diferentes blogs: Smitten kitchen, Eat the love, Rialto restaurant, Bon appetit magazine, King Arthur Flour... he llevado a cabo un batiburrillo de ideas que me han gustado. La base del pastel ha sido una adptación de  la masa quebrada 102 de Smitten Kitchen, así como la técnica del horneado y la cantidad de huevos. De King Arthur Flour, la proporción de especias y la sustitución de la nata por leche evaporada y de las demás páginas, pequeños detalles que creo que son útiles para conseguir un buen pastel de calabaza.

A ver que os parece.

*Me gustaría aclararme alguna vez respecto a la terminología Pastel/Tarta...


Nivel de dificultad: Medio-alto
Tiempo de preparación: Bastante, aunque puedes preparar la base y el puré de calabaza con antelación.
Tiempo de horneado: 20 min para la masa quebrada y 45 para el pastel


Ingredientes

Para la base:

180g de harina (a ser posible fría)
1 cucharadita de azúcar
una pizca de sal
125g de mantequilla muy fría
 40 ml de Vodka muy frío
 40 ml de agua muy fría (habrá que añadir unos 20 ml más para unir la masa)


Para el relleno:

450g de puré de calabaza
150g de azúcar moreno
50g de sirope de arce ( o azúcar moreno)
3 huevos grandes + 2 yemas
180g de leche evaporada
1/2 cucharadita de canela en polvo
1/2 cucharadita de jengibre en polvo
1 pizca de pimienta inglesa (allspice)
1 pizca de clavo molido
1 pizca de nuez moscada




Preparación de la masa quebrada

1   A la hora de preparar una masa quebrada casera hay que trabajar con rapidez para que los ingredientes no se calienten. A mi me gusta trabajar con la harina y la mantequilla muy frías, así que peso ambos ingredientes, coloco la harina en un cuenco mediano, añado la sal y el azúcar, corto la mantequilla encima de la harina y meto el cuenco unos 15-20 minutos en el frigorífico.

2   Si teneis un robot de cocina, podéis picar la mantequilla fría junto con la harina hasta que consigáis trozos del tamaño de un guisante. Es mejor quedarnos cortos a pasarnos. Esto nos va a asegurar que conseguiremos una masa hojaldrada y deliciosa. Si no dispones de maquinaria eléctrica para este menester puedes usar tus manos (¡que estén muy frías!) y desmenuzar la mantequilla en el cuenco junto con la harina. Yo me ayudo de un chisme de estos, conocido aquí como pastry blender.

3   Una vez tengamos la mantequilla picadita/desmenuzada en pequeñas porciones junto con la harina bien fría, añadimos el vodka y el agua helada (50 g) y mezclamos con una espátula para distribuirla un poco por todas partes. A continuación añadimos los 20g de agua restantes y mezclamos con las manos hasta poder formar una bola de masa. Una vez más, es mejor quedarnos cortos a pasarnos. Dividimos la masa en dos partes y colocamos los grumos que han quedado sueltos en medio, a modo de sandwich. Aplastamos los dos trozos de masa con las manos hasta unirlos y envolvemos la masa en papel film. La metemos en el frigorífico una hora como mínimo. Podemos guardar la masa durante varios días en el frigorífico (es lo bueno de que no contenga huevo) y durante un par de meses en el congelador (bien envuelta para que no se nos seque).

4   Preparamos la superficie donde vamos a estirar la masa. A falta de rodillo de cocina, puedes usar por ejemplo, una botella de vino. Repartimos harina por la encimera y por el rodillo para evitar que la masa se nos pegue. Estiramos poco a poco y le damos la vuelta a la masa varias veces, hasta que tengamos un diámetro algo mayor que el del molde que vayamos a utilizar (el mío es de 28 centímetros).

5   Depositamos la masa con cuidado encima del molde, sin estirarla (si la estiramos, encogerá al hornearse). En este vídeo podéis ver diferentes formas de decorar los bordes. Introducimos el molde forrado con la masa en el congelador unos durante 5 minutos o durante 20 minutos en el frigorífico. Precalentamos el horno a unos 200º C (400º F). 





6   Sacamos la masa del frigorífico o del congelador y cortamos un círculo de papel de hornear del diámetro del molde. Lo colocamos en la superficie de la masa y esparcimos por encima legumbres, arroz o bolitas para hornear que impidan que la masa suba mientras se cocina. Horneamos durante 10-12 minutos aproximadamente. Retiramos el papel junto con las legumbres y horneamos a 180º C (350º F) durante unos 5 minutos o hasta que la base esté hecha.




  Preparación del relleno y del pastel

1   Para preparar el puré de calabaza prefiero asar la calabaza en vez de cocerla. El motivo es simple, ya que en el horno la calabaza pierde agua y se consigue un sabor más concentrado. Eso si, tarda su tiempo y con lo caótica que soy yo en la cocina, he tenido que asar 3 calabazas para asegurarme de que voy a obtener los 450g que necesito. 



Calentamos el horno a 220º C (430º F) y troceamos la calabaza con piel (tiene que estar limpia, sin pepitas). Colocamos los trozos en una bandeja para horno y la cocinamos hasta que este hecha, durante unos 30-40 minutos. Pelamos los trozos de calabaza ya horneados y los trituramos con una batidora o robot de cocina.

2   En un cuenco grande, añadimos los huevos, las yemas, el azúcar, el sirope de arce y batimos durante 2 minutos. A continuación, añadimos las especias, el puré de calabaza y la leche evaporada. Batimos hasta que todo esté bien mezclado.  

3   Precalentamos el horno a 200º C (400º F). Volcamos el relleno en la base de masa quebrada y horneamos a 200º C durante 15 minutos. Bajamos la temperatura del horno a 150º C (300º F) y terminamos de hornear durante 25-35 minutos más.

4   Esperar a que se enfríe por completo antes de servir. Tradicionalmente, este pastel se sirve acompañado de nata montada con muy poco azúcar, aunque yo lo he acompañado con un buen helado de vainilla.







Consejos 

  • No es tanto trabajo como parece, todo es cuestión de organización. Podéis preparar la base con antelación así como el puré de calabaza. Es más, en la página de King Arthur Flour recomiendan dejar preparado el relleno del día anterior para que el sabor de las especias sea más intenso.

  • A los americanos les obsesiona conseguir la masa quebrada perfecta: hojaldrada, ligera y crujiente. El truco de la abuela de mi amigo Bob para conseguir la mejor base para pasteles es sustituir la mitad del agua por vodka. Puesto que el vodka no tiene apenas sabor y contiene mucho alcohol, desaparece sin dejar rastro y conseguimos una base realmente crujiente.

  • ¿Flojitis aguda? Compra una base ya preparada o una placa de masa quebrada lista para usar.

  • Modifica la proporción de especias según tus gustos. Aquí no existe una única receta de pastel de calabaza, sino que en cada casa se hace como más guste. Haz tú lo mismo.

  • La calabaza tradicional para preparar el pumpkin pie es la sugar pumpkin, aunque podéis utilizar el tipo de calabaza que más os guste. Si os interesa, aquí podéis echar un vistazo a los diferentes tipos de calabaza que se pueden encontrar por estas tierras. 



 

18 de noviembre de 2013

SALSA VERDE DE TOMATILLO


También conocido como miltomate, tomate verde, tomate milpero o simplemente tomate, el fruto de la planta Physalis ixocarpa forma parte de la gastronomía de países como México y Guatemala, donde se consume tanto crudo como cocinado.

El tomatillo se puede cultivar en España aunque es muy difícil de encontrar ya que no hay demanda para su comercialización.
Peeero, si sois tan "psicopatillas" como yo, estoy segura de que os puede parecer interesante descubrir algo nuevo a nivel gastronómico y ver cómo se prepara, por curiosidad y por si las moscas, ya que es posible que en algún momento se lance al mercado español. 



Cada vez es más fácil encontrar tomatillos frescos de temporada en E.E.U.U. a causa de la creciente popularidad de la cocina mexicana y este año no he podido resistirme a probarlos preparando una de las salsas más populares que se hacen con este exótico fruto.

Que conste que esta esta es mi versión españolizada de la salsa verde, infinitamente menos picante que la original y sin cilantro ni especias añadidas.


Describir un sabor nuevo es muy difícil, así que sólo os puedo decir que el tomatillo no se parece al tomate que nosotros consumimos (Solanum lycopersicum). Una vez cocinado, mantiene un punto dulce y ácido a la vez y una textura cremosa muy agradable. En cuanto al tema del aroma, soy inútil para estas descripciones, me pasa lo mismo que con el vino...jamás encontraré las notas a chocolate blanco ni papaya. Así que tendréis que comprobarlo vosotros mismos cuando tengáis un tomatillo en vuestras manos, sorry!

Esta salsa me ha gustado mucho, tanto para mojar unos totopos (nachos), como para usarla como base para unas enchiladas de verduras. 

La primera prueba de salsa verde que hice estaba más picante de la cuenta y fue un poco "momento tortura" al principio aunque  cuando te terminabas de acostumbrar estaba realmente buena.
La receta que os enseño ha sido la de la segunda prueba de salsa verde, mucho más adaptada a los paladares españoles, poco picante (demasiado poco para mi gusto) y nada especiada. En esta segunda versión de la salsa podemos apreciar el verdadero sabor del tomatillo, aunque si os soy sincera, prefiero la picantona.




Nivel de dificultad: Fácil
Tiempo de preparación: 30 minutos (20 de los cuales son de horneado)


Ingredientes

1 kg de tomatillos
1 cebolla grande o 2 pequeñas
2 jalapeños u otro pimiento picante
1 chorrito de aceite de oliva 
sal al gusto


Preparación

1   Precalentamos el horno a unos 200-220ºC (400º F) y preparamos una bandeja untada con un poco de aceite de oliva.


2   Quitamos las cáscaras a los tomatillos y los lavamos bien. Picamos los pimientos picantes, la cebolla y los tomatillos en trozos gruesos.



3   Colocamos las verduras picadas en la bandeja para horno y añadimos un poco de sal. Horneamos durante unos 20 minutos o hasta que veamos que tienen este aspecto.



 
4   Antes de pasar por la batidora debemos esperar a que se enfríen un poco. Añadimos un chorrito de AOVE y rectificamos de sal.
Se puede servir caliente o fría.




Consejos

  • No es necesario pelar los tomatillos, simplemente quitarles el cáliz que los cubre.

  • Es muy recomendable usar guantes para trocear cualquier tipo de pimiento picante y recordar que no debemos tocarnos los ojos. Lo digo por experiencia propia...

  • Vuelvo a repetir que esta es mi versión de la salsa. La original se puede hacer de muchas maneras y lleva ingredientes como cilantro fresco, ajo, comino y otro tipo de chiles (en grandes cantidades). Se pueden encontrar una infinidad de recetas en la red.

  • Esta salsa también se puede hacer en una sartén o incluso cociendo los ingredientes, pero es que soy una adicta al horno, qué le vamos a hacer. 





12 de noviembre de 2013

TRUFAS: RECETA BÁSICA Y ALGO MÁS


He de confesar que mi relación con el chocolate es un poco complicada.  Me encanta, pero no lo suelo comer todos los días y no lo uso con tanta frecuencia para hacer postres como debería.
Creo que todo esto tiene que ver con la idealización de un sabor, con la búsqueda de una sensación concreta, porque según mi opinión, no se puede ir añadiendo chocolate a cualquier cosa (ehem, habló la que mezcla el chocolate con limón o con chiles...). 

Me refiero a que si vas a hacer algo con chocolate, debes hacerlo bien. A mi no me vale que una cosa parezca que está hecha con cacao para que yo diga ¡Chocolate, qué rico!, en absoluto. 
Para que me guste debe tener un sabor potente y una textura adecuada, en resumen, tiene que hacer justicia y honrar a la palabra Chocolate.



Y de esa forma llegamos a la receta de hoy: Trufas, una receta de  chocolate para todos los paladares, sin alcohol y sin pretensiones.

Esta receta me gusta por muchos motivos: el equilibrio que se consigue entre sabor y textura es muy bueno, el punto de chocolate no es ni muy suave ni muy intenso, su elaboración es fácil (me refiero a la receta base) y se puede hacer en un momento de inspiración sin tener que pasar antes por el supermercado (en el caso de que seas como yo y guardes siempre una buena reserva de chocolate en casa) ya que se hace con leche evaporada en vez de nata.

Por último, decir que como soy tan previsora (léase en modo sarcasmo), he hecho la receta sin llegar a hacer fotos de las trufas decoradas de la forma tradicional... pero como compensación os voy a contar las diferentes modificaciones que hago con esta receta: cobertura de Chocolate Blanco y  Pistacho con Caramelo. 

Me voy a reservar la receta de las de Chocolate Negro y Mandarina para una entrada que intentaré poner dentro de poco.


Nivel de dificultad: Fácil en el caso de que prepares las trufas con la decoración tradicional de cacao en polvo o virutas de chocolate
Tiempo de preparación: 30-40 minutos (sin contar las 10 horas de reposo en total que necesitan) para las trufas básicas.

Lo demás depende de ti, si quieres invertir más tiempo en una decoración muy elaborada o añadir otros ingredientes para hacer unos deliciosos bombones.


Ingredientes para unas 30 trufas

Masa

175g de chocolate de cobertura negro troceado
175g de chocolate de cobertura con leche u otro chocolate con leche de calidad troceado
125g de leche evaporada

Decoración 

Cacao en polvo sin azúcar
Azúcar glas
Virutas de chocolate



Preparación

1   Calentamos la leche evaporada a fuego suave en un cazo o en un cuenco mediano en el microondas. Una vez hayamos calentado la leche evaporada, la apartamos de la fuente de calor y añadimos los dos tipos de chocolate troceado. Movemos la mezcla un segundo y la dejamos reposar cubierta durante unos 2 minutos. La mayoría del chocolate se habrá derretido durante el tiempo de reposo. De esta forma nos aseguramos de derretir el chocolate sin añadir aire a la mezcla, así conseguiremos que las trufas tengan una textura realmente cremosa.

2   Terminamos de incorporar el chocolate que aún no se ha derretido moviendo la mezcla suavemente con una espátula de silicona. Volcamos la masa de las trufas en un recipiente,  lo tapamos con plástico transparente y lo dejamos enfriar a temperatura ambiente durante unas 2 horas. Luego, metemos recipiente en el frigorífico durante 8 horas, hasta que la masa de las trufas esté bien fría.

3   Una vez haya transcurrido el tiempo de enfriado de la masa, podemos proceder a dar forma a las trufas. Yo me suelo ayudar de una cucharilla de postre para este paso, aunque también podéis usar un cuchillo o lo que os resulte más cómodo para ir cortando la masa de las trufas en porciones. Hay que trabajar con las manos frías en un ambiente fresco. 
Si lo hacemos rápidamente y queremos decorar las trufas de forma tradicional (con virutas o chocolate en polvo), podemos ir cortando y dando forma redondeada a la vez. 
En este caso, recordad que las trufas no tienen que quedar perfectas (de ahí viene su nombre, por su similitud con ese hongo tan preciado en la cocina), por lo que podemos terminar de hacerlas rápidamente: damos forma redondeada y las rebozamos en una mezcla de cacao puro en polvo y azúcar glas a partes iguales o en virutas de chocolate. Las guardaremos en el frigorífico hasta que las vayamos a tomar.



Diferentes presentaciones y formas de complicarse la vida



Nº 1 Cobertura de chocolate blanco 



1   Cortamos la masa de las trufas en porciones y una a una, formamos bolitas.

2    Metemos estas bolitas en un contenedor con tapadera y las introducimos en el congelador durante 2 horas como mínimo.

3   Para cubrirlas de chocolate, lo mejor es utilizar una cantidad generosa de chocolate blanco (dependiendo de la cantidad de trufas que vayamos a cubrir de chocolate) y usar una taza para derretirlo en el microondas a intervalos de 30 segundos. Hay que tener mucho cuidado de que no se nos queme. Removemos el chocolate en la taza hasta que derrita por completo. Si vemos que necesita mas tiempo, contamos los segundos (la cantidad de veces que habré quemado el chocolate en el microondas...) y volvemos a remover la mezcla hasta que se haya derretido por completo. Dejamos templar el chocolate un poco y sacamos las trufas del congelador. 

Tengo que aclarar que soy un desastre decorando bombones y prácticamente cualquier cosa. Os voy a contar lo que a mí me funciona, pero si tenéis otra técnica o veis cualquier otra información en otra parte, seguid vuestro instinto.

4   Con un palillo de dientes, pinchamos las trufas y las sumergimos en el chocolate blanco derretido. Este paso es muy difícil de explicar porque, aunque parezca sencillo, el truco está en la profundidad con la que clavemos el palillo. Si lo clavamos mucho, no podremos soltar la trufa en el capacillo para bombones y si lo clavamos muy poco, se nos caerá en la cobertura de chocolate y comenzará a derretirse y a teñir nuestro chocolate blanco...en fin, lleva mucho tiempo y muchas trufas monstruo hasta que le pillemos el tranquillo. La parte que hemos pinchado se suele quedar un poco fea, por lo que la cubriremos con un poquito de chocolate negro y así daremos un contraste interesante al bombón.

Como podéis comprobar en la foto, no he hecho lo que os he contado por una razón sencilla: lo que compré no era chocolate blanco, sino unas "gotitas blancas" para hornear. La textura era infinitamente más gruesa que la del chocolate blanco derretido y decidí hacer una decoración tipo espiral/flor ayudándome de un biberón de cocina.



Nº 2  Pistacho y Caramelo



 1   Tostamos un puñado de pistachos pelados sin sal en una sartén sin aceite a fuego medio/bajo. He utilizado esta cantidad para 1/3 de la masa de las trufas. No dejamos de vigilarlos y de mover la sartén hasta que se hayan hecho. Los dejamos enfriar.

2    Preparamos la superficie de trabajo con una tabla para cortar o una parte de una encimera de mármol cubierta con papel vegetal y un par de tenedores. 
En una sartén pequeña, hacemos caramelo usando unos 100g de azúcar aproximadamente. Hay que ser muy cuidadosos a la hora de trabajar con caramelo, es muy fácil quemarse. 
Calentamos la sartén a fuego medio y esperamos a que el azúcar se derrita casi por completo antes de remover con una cuchara de madera. Cuando el azúcar se haya derretido por completo, añadimos los pistachos y los cubrimos con el caramelo. Trabajamos rápidamente para que el caramelo no se tueste demasiado. Sacamos de la sartén 10 pistachos cubiertos de caramelo uno a uno y los depositamos sobre un lado del papel de hornear. Volcamos el resto del caramelo con los pistachos en el otro lado del papel de hornear con cuidado de no quemarnos. Dejamos que se enfríen.

3   Apartamos los pistachos cubiertos de caramelo que hemos sacado uno a uno en un cuenco pequeño y cortamos con un cuchillo afilado el resto de la mezcla de caramelo y pistachos. Puedes usar un robot de cocina para esto, pero no se controla tanto el grosor del corte. Cortamos a cuchillo hasta que tengamos el grosor deseado para rebozar las trufas. A mi me gusta que queden trozos de pistacho y caramelo relativamente grandes.

4   Para hacer los bombones, cortamos porciones pequeñas de la masa de chocolate y formamos bolitas metiendo un pistacho entero dentro de cada una. Cuando hayamos terminado, rebozamos las bolitas en la mezcla de pistachos y caramelo picado y las colocamos en los moldes para trufas o donde las queramos servir. Las guardamos en un sitio fresco hasta que las vayamos a consumir.




Consejos


  • Usa el mejor chocolate que te puedas permitir. Es lo más básico e importante a la hora de trabajar con chocolate.

  • Organízate bien los tiempos de reposo del chocolate. Prepara la masa de las trufas la noche anterior y de esta forma podrás tener los bombones o trufas listos para el día siguiente.

  • Intenta que la cocina y tus manos estén lo más frías posibles. Si necesitas meter las manos en agua fría, adelante, pero no te olvides de que tienen que estar muy secas antes de volver a tocar el chocolate.

  • Usa un chocolate diferente para la cobertura. Puedes hacer la receta básica para trufas y cubrirlas con tu chocolate favorito. Acuérdate de meterlas antes en el congelador para que no se derritan mucho al entrar en contacto con el chocolate caliente. Cuando vivía en España usaba chocolate blanco con trocitos de fresa liofilizada (lo compraba en Aldi y Lidl) y la combinación quedaba de muerte.
  

Receta del libro Repostería Esencial de la editorial Círculo de Lectores.

6 de noviembre de 2013

BERENJENAS MARINADAS



El otoño en el estado de Nueva York es impresionante. Los árboles se tiñen de color amarillo, rojo, naranja, burdeos... las ardillas no paran de buscar nueces para el invierno, los ciervos pasean tranquilamente al atardecer... ¡ahh, qué bonito!

Lo que no es tan bonito es que cada vez hay menos horas de luz, la bajada en picado de las temperaturas y la escasez de productos frescos que se nos avecina. 

Adiós a mis queridas berenjenas y calabacines locales, hola cosas chuchurridas cubiertas por todo tipo de químicos para que duren el largo invierno. Hay que darse prisa y  aprovechar lo poco que nos queda de la cosecha. 










Esta receta es sencilla a más no poder y se puede tomar tal cual o  utilizarla como base para otro tipo de platos como ensaladas y demás entrantes. Se pueden usar para hacer rollitos de ensalada de arroz, bulgur o lo que te apetezca, sólo tienes que echarle imaginación.

Estas berenjenas están deliciosas recién hechas (una vez se hayan enfriado), aunque a mí me parece que su sabor mejora mucho cuando han reposado como mínimo un día en el frigorífico.


Nivel de dificultad: Fácil
Tiempo de preparación: 30 minutos de reposo de las berenjenas + lo que tardes en hacerlas a la plancha 



Ingredientes

2 berenjenas medianas
1 limón mediano exprimido
1 puñado de perejil picado
2 cucharadas de menta picada
Aceite de oliva virgen extra (AOVE)
Sal y pimienta




Preparación


1   Lavar y cortar los pedúnculos a las berenjenas. Comenzar a cortar las berenjenas longitudinalmente con ayuda de un cuchillo afilado o de una mandolina (lo que daría por tener una de las buenas...). El grosor debe rondar los 5mm.









2   En un cuenco grande o escurridor, salamos las berenjenas (con sal gruesa) y las dejamos reposar 30 minutos para que suelten líquido.



3    Una vez hayan transcurrido los 30 minutos, preparamos una plancha o sartén grande pintada con AOVE.

Escurrimos las berenjenas, las secamos con papel de cocina absorbente y las pintamos con AOVE. A continuación, las vamos cocinando por tandas a fuego/temperatura media, hasta que estén doradas. 



4   Preparamos una fuente y aliñamos las berenjenas ya cocinadas  por capas con el  zumo de limón, pimienta negra recién molida, AOVE, el perejil y la menta. Probar de sal antes de añadir más cantidad.


5  Enfriar antes de servir.




Consejos



  • Es importante encontrar un equilibrio en la cantidad de aceite que usamos para hacer las berenjenas. Si usamos muy poco aceite, va a ser muy difícil que se cocinen bien por dentro y van a quedar poco sabrosas y si usamos demasiado, resultan muy aceitosas. Por supuesto, esto depende de los gustos de los comensales y sobre todo, de las preferencias del cocine@.

  • A mi me gusta utilizar un pincel de cocina para ir añadiendo la cantidad justa de aceite a la superficie de las berenjenas. Si echamos el aceite por encima, la berenjena lo absorbe y no conseguimos una cocción uniforme cuando le damos la vuelta en la plancha. También te puedes ayudar de un pulverizador especial para aceite.

  • Haz este plato con antelación. Te vas a ahorrar tiempo y va a estar mucho más bueno.



Receta adaptada del libro Cocina Italiana de Maxine Clark

1 de noviembre de 2013

BIZCOCHO DE GUINNESS CON JENGIBRE Y ESPECIAS



Al contrario de lo que hice con la receta de las Thumbprint Cookies, en vez mantener el nombre original de este bizcocho, Gingerbread Cake, he decidido traducirlo al español a mi manera, dándole un toque más sugerente y descriptivo.




El motivo de esta incongruencia no es otro que atraer a esa gente que merodea en la red buscando recetas hechas con cerveza...todos esos cocineros cerveceros, ya sean principiantes o simplemente curiosos, ávidos de recetas que salgan bien y que no den mucho trabajo. Bienvenidos a tod@s.

En realidad, ésta es una receta típica del Gingerbread Cake que se hace en Estados Unidos, que incorpora una cerveza tipo Stout para acentuar el sabor de la melaza y de las especias y que aquí no tiene nada de especial...pero a mi me ha enamorado. Lo tiene todo: es rápida, fácil, con poquita grasa (aunque un montón de azúcar), se conserva muy bien de un día para otro y está de muerte.

¡Ah! y la cerveza se hierve para quitarle todo el alcohol, así no hay ningún problema para que los peques disfruten de este bizcocho especiado.



Tiempo de preparación: 15-20 minutos
Tiempo de horneado: 30-40 minutos 



Ingredientes

190g de melaza o miel de caña
180ml de cerveza Guinness u otra cerveza tipo Stout
150g de azúcar moreno 
50g de azúcar blanco
200g de harina
1/2 cucharadita de bicarbonato (baking soda)
1/2 cucharadita de levadura de repostería (polvos de hornear)
2 huevos grandes
75g de aceite vegetal de sabor suave (maíz o girasol)
2 cucharadas de jengibre en polvo
1/2 cucharadita de sal
1/2 cucharadita de canela en polvo
1/4 cucharadita de cardamomo en polvo
1/4 de cucharadita de clavo en polvo
1 pizca de nuez moscada 




Preparación 


1    Preparar un molde cuadrado o redondo de 21 centímetros engrasado ligeramente con aceite vegetal y forrado con papel de hornear. Precalentar el horno a 180ºC o 350ºF.

2    Hervir la cerveza en un cazo mediano y retirarla del fuego. Añadir el bicarbonato y remover. La mezcla de cerveza y bicarbonato reaccionará generando mucha espuma, es normal. Añadir la melaza (o miel de caña) y los dos tipos de azúcar a la cerveza y remover bien con unas varillas o una espátula de silicona hasta que el azúcar se disuelva un poco. 

3   En un cuenco grande, batir los huevos con el aceite durante 1 minuto. En otro cuenco mediano, mezclar la harina con la sal, las especias y la levadura de repostería.

4   Incorporar la mezcla de melaza y cerveza a la mezcla de huevos y aceite y remover durante unos segundos. Tamizar la harina por encima con ayuda de un colador. Batir lo justo, sin pasarnos, hasta que no queden muchos grumos. Volcar la masa en el molde y con cuidado, pero con firmeza, golpear el molde contra la encimera 3 veces, para sacar las burbujas de aire de la masa.

5   Hornear hasta que el bizcocho este cocinado, durante unos 30-40 minutos (depende del molde que usemos). Comprobar que el bizcocho no esta crudo insertando un palillo de dientes en el centro. Si sale limpio (o con unos pocos grumos), el bizcocho esta hecho. 
Desmoldar cuando esté tibio o frío.



Consejos

  •  La receta original lleva 1 cucharada adicional de jengibre fresco rallado y 1/4 de cucharadita de pimienta negra molida. Para mi paladar español, esto es demasiado. Pero si eres un adicto a las emociones fuertes y al jengibre, adelante, seguro que te gusta. 

  • ¿Que te parece que 2 cucharadas de jengibre va a ser demasiado? Puedes ponerle la mitad, aunque le estarías quitando bastante chispa...

  • La melaza o miel de caña se puede encontrar en supermercados. En Estados unidos se vende con el nombre de molasses y en las Islas Británicas se conoce como treacle.
 
  • Esta receta es ideal para principiantes que no tienen mucha idea de repostería y que cuentan con pocos utensilios en la cocina.  


 Receta adaptada de America's Test Kitchen